lunes, 17 de setiembre de 2007

La espina en la Rosa

Me deslizo en el camino, los arboles a mi alrededor me abrazan y protegen. Sigo el mismo sendero de cada día, todo sigue igual, los mismos arboles, las mismas plantas, las mismas rocas bajo mis pies.
A lo lejos, descubro un claro, un nuevo escenario que no conocí, corro hacia él mientras las raices me enredan y tratan de no dejarme ir, tropiezo, ruedo y me levanto. Agitado finalmente arrivo a este hermoso claro, una blanca fuente de marmol reposa en el centro, el agua fluye en su interior, me acerco para resfrescarme y en el fondo de ella deslumbro una extraña Rosa, belleza que creí no existir, me llama y pide que la tome, casi por un momento dudé de tanta belleza, pero pensé que sería estúpido si me negara. Sucumbí a su belleza e introduje mis manos en el agua, fría y clara, y con toda la sensualidad que pude la tomé entre mis manos. Fue en ese instante, cuando el agua de la fuente se calentaba y cambiaba a un rojo oscuro, que me dí cuenta que había cometido un grave error. Asustado intenté soltar la rosa, pero esta no quiso dejarme ir, su espina yacía profunda en mi mano izquierda, supe que el veneno no tardaría en llegar a mi corazón. La vista se oscurecía y comenzaba a perder sensiblidad, vencido caí sobre mis rodillas, la rosa cayó nuevamente sobre la fuente, y luego yo sobre mi espalda.
Muero por el veneno del amor, muero por la espina en La Rosa.
 
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