El despertar

El despertar luego de varias horas de somnolencia, ciertas veces es como abrir una puerta a la claridad, a la luz. Más ciertamente cuando nuestros sueños son pesadillas, nos sentimos vigilados por extrañables monstruos, criaturas nocturnas, extraterrestres, o los mismos problemas que enfrentamos a diario personificados en un mal mayor, nos persiguen por oscuros laberintos donde nunca logramos avanzar, pero siempre, siempre, vemos la luz al final del camino. Nos toman, juegan con nosotros, hacen de nuestra mente un amansaloco. Pero esta vez quiebro una lanza por las pesadillas, pues hacen la vida un poco más hermosa, sonreimos al despertar, agradecemos que tan solo era un sueño, y lo más importante, hacen que no quiera volver a dormir, me sacan el sueño, levantandome de la cama y comenzando el día feliz de que estoy de vuelta en mi vida normal.
Lo contrario sucede cuando soñamos algo bello, esa tierra llena de colores, alegrías, amigos y amores hechos realidad, donde la lluvia no moja, purífica, y realza la belleza del lugar, no existen los grises ni lo monótono, se escucha hermosa música en la profundidad, un Mozart talvez? con esas flautas dándole vida a cada elemento del ambiente, y el viento no es más que una herramienta para lograr una coreografía natural.
Tenes todo lo que necesitas, y nada te sobra, es la justa medida de la perfección.
El despertar de estos sueños es totalmente lo inverso a las pesadillas, es cerrar esa puerta donde entra tanta luz, tanta vida, y despertar en este cuarto oscuro, donde la realidad te impone los limites de tu libertad. Despierto, y no puedo creer que haya sido un sueño, QUIERO VOLVER! grito en mi interior, sufro, y me arrepiento de abrir los ojos, la vida real se convierte en pesadilla, y ruego porque ese sueño sea la vida real.
El despertar de estos sueños no es más que un golpe de lleno contra el muro de la humanidad, ese que no te deja ver más allá, y es tan alto que no puedes traspasarlo...
Hay que luchar para crear de esta vida un sueño hecho realidad, derribar los muros, cambiar la música, invitar a salir a esa mujer que te envuelve en sus ojos, y rogar para que por las noches tengamos muchas, muchas pesadillas.
Desde hoy quiero que nadie me invite a soñar con angeles, sino con demonios, pues estos talvez sean angeles disfrazados, con la labor de hacer nuestra vida un poco más hermosa...